Temporada 3 [34]

Ibn Gabirol, el Malagueño
Ibn Gabirol
Poesia
Salomón Ibn Gabirol, llamado también Avicebrón, filósofo, teólogo, místico y poeta judío de al-Andalus del S. XI, nacido en Málaga hacia 1021 y fallecido en Valencia hacia 1058. Tan orgullosos se sentía de ser de Málaga que, en sus acrósticos y poemas, firma repetidamente como “Salomón el malagueño”, otras veces como “Salomón, hijo de Judá, el malagueño; en otras ocasiones, debía ser pequeño de estatura, se llama “Sêlomon ha-qatan”, esto es Salomón el pequeño. Su familia era de origen cordobés, de los que huyeron de Córdoba con motivo de los desórdenes subsiguientes a la guerra civil y desintegración del califato. Sus padres murieron pronto y debió quedar en situación económica bastante precaria, razón por la que se ve obligado a buscar mecenas que aseguren su supervivencia. Huérfano desde muy joven, llegó a Zaragoza, donde su genio poético le valió la protección del mecenas Yekutiel ben Isaac ibn Hassan, visir judío del rey de la taifa de Zaragoza, Ahmad ben Sulaimán al-Muqtadir. La posición de Ibn Gabirol como cantor de los sentimientos religiosos se halla perfectamente inscrita en el racionalismo, pietismo, misti cismo y ascetismo de la escuela zaragozana, al modo de Ibn al-Arif, Ibn al-Sid, ibn Paquda y Avempace, entre otros, así como los grandes heterodoxos del sufismo de la 6 poesía levantina andalusí. Dentro de su obra poética destacan los Azharot, La Fuente de la Vida y la Corona del Rey, que Emilio García Gómez traduciría como La Corona del Reino, traducción que yo mantengo para esta edición, y que la catedrática María José Cano traduce como La Corona Real. Situada entre la poesía y la prosa se halla Selección de Perlas, escrita originariamente en árabe y traducida después al hebreo. La única obra que tenemos fechada con exactitud —1045— es el citado Libro de la corrección de los caracteres, compuesta en Zaragoza y en árabe, y traducida posteriormente, en 1167, al hebreo. Cuando Yekutiel fue asesinado, víctima de intrigas políticas, Ibn Gabirol le dedicó una elegía. Muy triste abandona Zaragoza. Está solo, se siente abandonado, pero busca la amistad con ansias. Hay quien apunta una homosexualidad reprimida por condicionamientos religiosos. De hecho hay más poemas dedicados a efebos que a mujeres, aunque esto forma parte de la tradición amorosa andalusí que recupera la poesía y usos grecolatinos. “Enterrado estoy, pero en un desierto; en mi misma casa está mi ataúd”, asegura. Se ve rodeado de gente poderosa en lo económico y social, pero inculta y miserable. Esas gentes no entienden sus palabras ni sus conceptos. Sus correligionarios judíos le dicen: “Habla la lengua del pueblo para que te escuchemos. Este lenguaje tuyo es extranjero. Deseaba morir”. Pero por encima de todo le mantenía en pie su ansia de aprender, de conocer, razón por la que no se cerraba a la cultura árabe y su lengua que conocía, y en la que escribía con la misma facilidad y peso que en hebreo: “Indagaré, investigaré mientras viva”. Poco después dejó Zaragoza y vagabundeó por la península española, encontrando otro protector en la persona de Samuel ibn Negrela, en Grana da, el otro centro del saber, la otra cuna de las academias. Busca el apoyo de ibn Negrella, del que se distanció luego, en Granada, donde estuvo algún tiempo como preceptor de José, el hijo de Samuel. Negrella y Gabirol. Se conocían desde hacía años, probablemente por la ascendencia cordobesa y residencia en Málaga de ambos. De esta época se conservan tres poemas, panegíricos en honor de Samuel, escritos por Gabirol. Un precioso poema autobiográfico; otro que describe la causa de los innumerables sufrimientos y enfermedades que debe soportar, poema que describe perfectamente su enfermedad, probablemente unas llagas o forúnculos que le llevaron a una temprana muerte. Compone también varios poemas autobiográficos, relatando su opción desde muy joven por la sabiduría. Se ve en un mundo atormentado y él, firme, siguiendo sus impulsos hacia el saber y la altura intelectual. En Granada, el año 1048, Gabirol es uno de los ilustres invitados a una gran boda, la del hijo de Samuel con la hija del rab Nissim de Kairuán. Con motivo de la estancia de Nissim en Granada, se organizó una academia a la que asistieron Negrella, Gabirol y otros muchos sabios y dignatarios de Granada. Esa estancia en Granada debió ser para Gabirol feliz y hasta placentera. Seguramente de ese viaje es un poema, panegírico en honor de Yusuf Negrella, con el que camina por los bosques y los palacios de Granada. Quizá por la Alambra, por el Patio de los Leones, que describe en el texto. Murió en Valencia entre 1058 y 1059, luego de años de errar por la península. Ibn Gabirol fue, durante largo tiempo, confundido con los filósofos musulmanes debido fundamentalmente a que escribía sus tratados de filosofía en árabe y estaba integrado perfectamente en su espiritualidad. Sin embargo, por encima de filósofo era un gran poeta. Y sus poemas, muchos de los cuales son de carácter litúrgico, los escribió en hebreo. En los poemas de Ibn Gabirol, cuyo tema principal es la vanidad de las cosas terrestres, se encuentra una cristalización conmovedora de su filosofía. Uno de sus poemas más señalados es Kether Malkhut (La corona del reino). Es un himno que canta las grandezas del Dios Único. Se trata de un largo poema de 400 versos en el que, en la primera parte, recoge las maravillas del universo y la grandeza de Dios y en la segunda habla de la indignidad y debilidad del hombre. Ibn Gabirol, como todos los filósofos musulmanes con los cuales comparte la concepción de la creación y la filosofía del acto que de ella brota, contra la filosofía del ser de Aristóteles, trata de evitar continuamente el caer en el panteísmo hacia el que es arrastrado por la teoría neoplatónica de la emanación. Ha tratado de evadirse de esta lógica de Plotino y de Proclus, forjándose a su vez la hipótesis de la Voluntad para colocarla en el lugar de la Unidad de los alejandrinos. 9 La Voluntad de Dios, al principio de toda creación, es el mensaje de la Thora: “iQue la luz sea! Y la luz fue” (Génesis, 1, 3). Y el del Corán, donde Dios dice a cada cosa: “iSé! y ella es” (III, 47). Sin embargo, también hace asunción de gran arte de la filosofía platónica, sobre todo en su obra más lírica. Su obra Fons Vitae es adherente a la filosofía neoplatónica, su obra más célebre es La fuente de la vida (en latín Fons Vitae - en árabe عوبني ةايحلا - en hebreo רוקמ םייח ,(basada en los Salmos. Esta obra adopta la forma de un diálogo entre un maestro y su discípulo, lo que adelanta un género que en la edad media sería el género de la tensón, y está dividida en cinco partes: La primera parte es una explicación preliminar de las nociones de forma y materia universal; la segunda describe la materia espiritual subyacente bajo las formas corporales; la tercera demuestra la existencia de las sustancias simples; la cuarta se ocupa de las formas y materias de las sustancias simples y, la quinta, discurre acerca de las formas y materias universales que existen en sí mismas. Por no contener esta obra referencias a los textos fundamentales del judaísmo, es decir el Pentateuco y el Talmud , y por haber sido redactada originalmente en árabe, su autor “Avicebrón” fue tomado al principio por un filósofo musulmán. Luego, traducida al latín bajo el nombre de Fons Vitae por monjes franciscanos, se tornó una importante referencia también para esta orden y para el mundo cristiano en general. Ezra le ensalza afirmando que “Gabirol fue capaz de contener su naturaleza, corregir su carácter y abandonar las cosas terrenas encaminando su alma hacia lo espiritual. Con ello consiguió la sutileza necesaria para discurrir acerca de lo filosófico y lo poético”. Afirma que fue llamado “el caballero de la palabra” y “el más hábil de entre los poetas”, pero que tenía un carácter muy fuerte y fue capaz de increpar e incluso injuriar a los magnates sin excusarles sus defectos. Gabirol es el primer poeta que compone para orar en la sinagoga. En realidad, sin ser precisamente un maestro espiritual, dedica muchísima atención a la poesía de uso sinagogal. Fue un himnógrafo de la liturgia sinagogal que elevó con grandes alturas líricas. Son verdaderos salmos, en la práctica muy parecidos a los bíblicos, con los que a veces se les confunde. Junto a estos hay poemas litúrgicos y otros de carácter nacional, pidiendo a Dios que ayude a su pueblo y reclamando la venida del Mesías. Gabirol, en mi opinión, es uno de los grandes místicos del judaísmo andalusí, y antecedente de todos los místicos españoles. Probablemente la Cábala judía es hija del pensamiento de Gabi rol, ya que se mezclan lo sagrado de las tradiciones hebraicas y el conocimiento árabe, así como la filosofía matemática de los griegos, y toda clase de conocimientos esotéricos y astrológicos evidentes en sus textos tanto en prosa como en verso. Los grandes místicos cristianos como Santa Teresa, San Juan de la Cruz y otros, todos ellos hijos y nietos de judíos conversos, probablemente extraen sus ideas místicas de la Cábala judía con adaptaciones cristianas. Heinrich Heine dijo de Gabirol que fue “poeta entre los filósofos y filósofo entre los poetas”. Su texto neoplatónico titulado Fuente de la vida, como he apuntado, verdadero trata do de teología y metafísica, se escribió también en árabe. Las comunidades judías no acogieron demasiado bien esta obra, cuya visión del mundo y del hombre choca con la ortodoxia judía. Chantal Maillard le llama por esta razón, de chocar con todas las ortodoxias religiosas de su tiempo por su afán de conocimiento “el desterrado de Dios”. Sin embargo esta obra le hizo ser muy conocido entre los cristianos, que le llamaron “Avicebrón”. El destino de la obra de Ibn Gabirol es extraño. Entre sus contemporáneos nadie le cita. Ningún filósofo, ni judío ni musulmán, hace referencia a él, como si fuese un hereje o un traidor. (Maimónides, por poner un ejemplo, ni le menciona.) Sin embargo, para los escolásticos cristianos de los siglos siguientes —sobre todo para David de Dinant, quien subrayó la composición material de todo ser, derivando de ello un sistema panteísta materialista, recogido después por el Renacimiento a través de León Hebreo hasta llegar a Giordano Bruno y Spinoza, que lo interpretaron cada uno en un sentido diferente. Alberto el Grande, al que se atribuyen tratados sobre temas alquímicos y de saber ocultista, y Santo Tomás de Aquino— una autoridad de la Iglesia, bebieron de él, aunque negaron sus fuentes ya que pertenecían a la orden dominica, madre del Tribunal de la Inquisición. En el año 1859 Munk descubre en la Biblioteca Nacional de París una traducción latina 12 de Fons Vitae y una traducción en hebreo del texto escrito por Ibn Gabirol en árabe. Muchos de los conocimientos alquímicos, herméticos y esotéricos posteriores hunden sus raíces en sus conocimientos y en su heterodoxia, carta de naturaleza de la mayoría de los grandes pensadores y escritores andalusíes. Ibn Gabirol, el malagueño, orgulloso de su lugar de nacimiento, sigue siendo, todavía hoy, mil años después, casi un desconocido para sus compatriotas, y una fuente referencial del mundo filosófico y místico internacional. Especialmente en Israel, donde, su ciudad más heterodoxa y cosmopolita, Tel Aviv, le dedica, no sólo estudios y publicaciones en sus universidades, sino una de sus avenidas principales. Ojalá en este milenario de su venida al mundo, estas acciones, como este pequeño estudio y antología, sirvan para devolverlo a su ciudad y su península, que tanto cantó y amó.

Manuel Francisco Reina, 21 de mayo de 2021